jueves, 11 de diciembre de 2025

X Concurso Infantil Iberoamericano de Relato Breve, Otro Mundo es Posible

Diez años ya promoviendo los mejores valores humanos entre los alumnos de Iberoámerica, en colaboración con los colegios de todos los países hermanos, a través de Concurso Infantil de Relatos. Comenzamos con la publicación de los relatos que han resultado ganadores de un Accésit.


Hasta aquí llegué

Hola, me llamo Luis. Tengo 10 años y curso 4º de primaria. No me gusta llamar la atención y casi siempre intento pasar desapercibido. Sin embargo, este año algo cambió dentro de mí por algo que le pasó a un compañero de mi clase.

Mi compañero se llama Lucas. También tiene 10 años, es bajito y está un poco gordito. No habla mucho y suele pasar mucho tiempo solo, ya que tiene muy pocos amigos. Después de las vacaciones de Navidad, un grupo de chicos de la clase empezó a molestarlo constantemente. Al principio, pensé que era una broma entre amigos y que quizá se habían hecho cercanos durante las vacaciones, pero pronto me di cuenta de que no era así.

Le escondían sus cosas, le decían insultos y se burlaban de su apariencia física. Cada día lo veía más triste y apagado. Pasaban las semanas y Lucas parecía estar sufriendo mucho, y nadie hacía nada para ayudarlo. Ni siquiera yo... hasta que un día algo dentro de mí cambió.

Ese día, Lucas llegó a clase con un bocadillo bastante grande. Era de pollo, lechuga y mayonesa, su favorito. Cuando se sentó y fue a guardarlo en su mochila, Mateo, uno de los chicos que más lo molestaba, se lo arrebató y le dijo en voz alta: "Si comes tanto, te vas a poner aún más gordo." Todos en la clase se rieron, menos Lucas y yo. Lucas bajó la cabeza, avergonzado, y en ese momento sentí una rabia y una tristeza que no pude controlar.

Sin pensarlo, me levanté de mi asiento y grité con fuerza:
—¡Déjalo! ¡Ya basta!

Toda la clase se quedó en silencio. Mateo miró sorprendido, soltó el bocadillo y lo dejó sobre la mesa. Nadie dijo nada más. Fue un momento breve, pero muy poderoso.

Durante el siguiente cambio de clase, Lucas se acercó a mi mesa. Me dio las gracias en voz baja, con los ojos llenos de lágrimas. Fue un gesto pequeño, pero significó mucho para mí.

Desde ese día, Mateo y sus amigos dejaron de molestar tanto a Lucas. Creo que se dieron cuenta de que lo que estaban haciendo no era un juego y que Lucas realmente lo estaba pasando mal. Con el tiempo, Lucas y yo nos hicimos buenos amigos. Descubrimos que teníamos muchas cosas en común y aprendimos mucho el uno del otro.

Ahora, cuando alguien se mete con un compañero en clase, ya no me quedo callado. Y lo mejor es que más compañeros también han empezado a levantar la voz. Aprendimos que no hay que tener miedo de defender lo que está bien, y que a veces, un solo gesto puede cambiar muchas cosas.

 

Categoría: No al Acoso Escolar

Nombre: Pablo Díaz González

Edad: 14 años

Colegio: Santo Domingo de Guzmán -Oviedo

País: España