miércoles, 25 de septiembre de 2024

Premonición

Seguimos con los ganadores de un Accésit del IX Concurso Infantil Iberoamericano de Relato Breve, Otro Mundo es Posible. Este corresponde a la categoría "No a la violencia de género contra las niñas".




¡Mamá!, ¡Papá! Gritaba Mariana mientras abría la puerta de su casa. Pensó que era inútil entrar siempre de la misma manera si nunca estaban en casa sus padres. A veces se iban por varios días dejando una nota con dinero o simplemente dinero sin dar explicaciones de su ausencia. Si no fuera por Marco, su compañero de clase y fiel amigo, la vida sería aburrida.

Otro de sus mejores amigos es su celular, casi siempre le llegan mensajes y solicitudes de amistad de extraños. No suele hacerles caso, hasta que vio la foto de alguien a quien consideró guapo.

Alexander Dietrich salía en su información personal, no había más fotos en su Facebook que las de su perfil. A pesar de todo optó por aceptar la solicitud de amistad. Es un poco mayor, creo que, de unos 25 años, contaba la estudiante a Marco. “No lo conoces, ten mucho cuidado”, dijo el amigo al enterarse que el galán le había citado a una cena en el mejor restaurante de la zona.

No podía esperar más tiempo, observaba fijamente las manecillas del reloj y este le sonreía como si a propósito hiciera que el tiempo transcurriera lento. El vestido yacía tendido en la cama mientras los zapatos con decoraciones de mariposas esperaban debajo de la cama. No se preocupaba por lo que dirán sus padres, pues a las finales, nunca están en casa.

¡No lo podía creer! Pensó que podría ser que un viejo haya usado la foto de alguien para hacerse pasar por Alexander, pero no era así. Sentado en una de las mesas del restaurante estaba él, vestido formalmente mientras observaba su celular.

La niña quedó asombrada por su aspecto tan pulcro y sus modales de caballero. ¿Qué le voy a servir? Le preguntó el mozo a Mariana. Tráele una ensalada por el momento, dijo Alexander, también pidió una botella de vino. Iba a ser la primera vez que ella iba a consumir alcohol.

La plática era buena e interesante, pero ya la luna bostezaba en el cielo. El caballero ofreció llevarla en su carro, uno no muy lujoso, sin embargo, a la niña le parecía como a un carruaje de cuentos. El camino se hacía cada vez más extraño. Mariana se dio cuenta de que algo malo le iba a pasar. Quiso abrir la puerta del carro y solo sintió un golpe en la cara que la dejó inconsciente.

Despertó en un lugar oscuro, se dio cuenta que estaba amarrada y algunos moretones se observaban en su cuerpo. Quería hablar y solo recibía golpes en la cara. Se sentía perdida y sin salida, sus padres ni se darán cuenta de su ausencia. Debí hacerle caso a Ángel, se decía mientras gruesas lágrimas caían sin cesar. El sujeto empezó a desabrocharse el pantalón. “Hoy es mi día de suerte, no hay muchachas puras hoy en día”. Trató de besarla en la boca, pero ella llegó a escupirlo, ganándose otra bofetada y un trapo como mordaza. Con sus manos abrió sus piernas, podía sentir su aliento con olor al vino de la cena, después…  ¿Qué le voy a servir?, señorita, ¿qué le voy a servir? Preguntó el mozo mientras ella despertaba de una posible pesadilla. Observó a su acompañante, quien estaba sentado y fumando como todo un universitario. Disculpe, no voy a ordenar nada, dijo la menor, quien también se despidió de su cita con una voz temblorosa y se fue lentamente.

 

Categoría: No a la violencia de género contra las niñas

Nombre de la alumna: Sandra Jimena Chávez Ramírez

Edad: 12

Colegio: 0433 “Luisa Aliaga Gonzales” - COPRODELI



viernes, 20 de septiembre de 2024

El jardín de la Gratitud

Nos alegra mucho comenzar con la publicación de los relatos ganadores de la edición de este año, la novena, del Concurso Infantil Iberoamericano de relato Breve, Otro Mundo es Posible. Y lo hacemos con los alumnos que han conseguido un Accésit, en este caso en la categoría "Diferentes pero Iguales".



En el corazón de París, entre calles empedradas y cafés acogedores, se encontraba la Escuela Rancoise - Duponte de París un refugio del saber donde la alegría y el respeto florecían como rosas en primavera. Sin embargo, como en cualquier jardín, a veces crecían pequeñas espinas de rencor y discriminación.

Un día soleado, mientras los estudiantes disfrutaban del recreo, un grupo de niños rodeaba a Santiago un chico nuevo de tímida sonrisa y ojos llenos de sueños. Sus risas burlonas resonaban en el patio, hiriendo el corazón de Santiago como si fueran piedras lanzadas con crueldad.

La maestra Paula Andrea, atenta siempre al bienestar de sus alumnos, observó la escena con preocupación. Su mirada, llena de compasión, recorrió los rostros de los niños, buscando una chispa de empatía. Y la encontró en Luciana, una niña de mirada profunda y corazón bondadoso.

Paula Andrea se acercó a Luciana y le susurró: "Luciana, ¿te gustaría ayudarme a crear un jardín especial en la escuela?". La niña, intrigada, asintió con entusiasmo.

Al día siguiente, la maestra reunió a toda la clase en el patio. Con una sonrisa cálida, les explicó que plantarían un "Jardín de la Gratitud", un lugar donde cultivarían las flores más hermosas: el respeto, la amabilidad y la comprensión.

Cada niño recibió una semilla y una maceta decorada con colores vibrantes. Paula Andrea les pidió que pensaran en alguien a quien quisieran agradecer algo especial y que escribieran esa gratitud en un pequeño papel. Luego, con cuidado, sembraron la semilla y colocaron el papel junto a ella.

Los días siguientes, el jardín se convirtió en un lugar mágico. Los niños cuidaban con esmero sus plantas, regándolas con palabras de agradecimiento y adornándolas con dibujos llenos de cariño Compartían historias sobre las personas a las que agradecían, y poco a poco, sus corazones se abrían como pétalos bajo el sol.

Un día, mientras Santiago observaba las flores coloridas del jardín, Luciana se acercó a él con una sonrisa tímida. Le obsequió el papel y le dijo: "esto es para ti, Santiago". En el papel, él leyó las palabras más hermosas que jamás había escuchado: "Gracias por ser amable conmigo, incluso cuando los demás no lo son".

Las lágrimas brotaron en los ojos de Santiago. Por primera vez en mucho tiempo, sintió que no estaba solo porque Luciana, con su simple gesto de gratitud, había plantado una semilla de amistad en su corazón.

A partir de ese día, algo mágico comenzó a suceder en la Escuela Rancoise -Duponte de Paris. Los niños se miraban con más amabilidad, hablaban con respeto y se ayudaban unos a otros. Las risas burlonas se transformaron en palabras de aliento y los rencores se disolvieron como rocío al amanecer.

El Jardín de la Gratitud se convirtió en un símbolo de paz y armonía en la escuela. Las flores de respeto, amabilidad y comprensión florecían por doquier, llenando el aire de una fragancia dulce y reconfortante.

Santiago, Luciana y sus compañeros aprendieron que la gratitud y el respeto son las flores más poderosas que podemos cultivar en nuestro corazón. Con ellas, podemos construir un mundo donde la violencia, el acoso y la discriminación no tengan cabida, y donde la paz reine en cada rincón, como un sol radiante que ilumina nuestros días.

 

CATEGORIA: Diferentes pero iguales.

NOMBRE: Luciana Moncada Botero

EDAD: 9 años

COLEGIO: Institución Educativa A.S.I.A Ignaciana

PAÍS: Colombia